Durante casi dos décadas, este archipiélago artificial fue el símbolo más visible de la crisis financiera global en el emirato, un mapa incompleto que parecía deshacerse lentamente en el mar ante la mirada escéptica de los inversores internacionales. Hoy, sin embargo, la apertura y consolidación de un resort de ultra lujo en la zona correspondiente a «Sudamérica» demuestra que The World Islands tiene una segunda vida, transformando aquel fracaso inmobiliario en uno de los destinos más exclusivos y solicitados por quienes buscan privacidad absoluta a pocos minutos de la metrópoli.
Todo en Dubái parece diseñado para superar los límites de la imaginación humana, pero la construcción de un mapamundi sobre las aguas del Golfo Pérsico fue, sin duda, la apuesta más arriesgada de todas. Lo que al principio sonaba como una locura de ingeniería, una bofetada a la geografía convencional, se convirtió rápidamente en el proyecto más comentado del planeta. Sin embargo, los rumores sobre su hundimiento y la paralización de las obras convirtieron a The World Islands en una ciudad fantasma flotante, un lugar donde solo habitaba el silencio y la arena removida por las corrientes marinas.
ALGO MÁS QUE ARENA EN EL OLVIDO
Cuando se anunció el proyecto a principios de los 2000, la idea de vender islas privadas con la forma de los continentes parecía la culminación del boom inmobiliario emiratí. Las dragas trabajaron día y noche para mover millones de toneladas de arena y roca que, finalmente, dibujaron un mapamundi sobre las aguas del Golfo, visible incluso desde el espacio. The World Islands prometía ser el patio de recreo definitivo para la élite mundial, un lugar donde podrías desayunar en «Francia» y cenar en «Australia» sin necesidad de pasaporte.
Sin embargo, la realidad económica demostró ser mucho más dura que la piedra utilizada para los rompeolas, dejando el archipiélago desierto durante más de una década. Lo que debía ser un hervidero de mansiones y hoteles de cinco estrellas quedó reducido a montículos de arena vacíos, provocando que muchos dieran el proyecto por muerto y enterrado. A pesar del escepticismo global, la infraestructura básica se mantuvo, esperando pacientemente a que el mercado y la audacia de nuevos inversores decidieran rescatar del olvido a The World Islands.
UN OASIS EN EL CONTINENTE SUDAMERICANO
El punto de inflexión llegó con la inauguración del Anantara World Islands Resort, el primer hotel de lujo que opera realmente en el archipiélago, ubicado específicamente en la zona geográfica de «Sudamérica«. Esta apertura no es solo un hito hotelero, sino que ha logrado reactivar el turismo en la zona y demostrar que la viabilidad comercial de las islas es una realidad tangible. Los huéspedes ya no necesitan imaginar cómo sería vivir allí; ahora pueden experimentarlo en primera persona rodeados de un servicio impecable y una arquitectura que respeta el entorno.
Situado en la isla de Clarence, este resort ha sabido aprovechar el aislamiento geográfico para vender algo que en la ciudad es imposible de conseguir: silencio absoluto y horizontes despejados. Desde sus playas de arena blanca, la vista ofrece una perspectiva única del skyline de Dubái, donde el Burj Khalifa se ve como una aguja lejana que no perturba la paz de los visitantes. Es precisamente este contraste lo que hace que The World Islands haya pasado de ser un erial a convertirse en el nuevo objeto de deseo del turismo de gama alta.
A QUINCE MINUTOS DE LA CIVILIZACIÓN
Llegar hasta aquí es parte fundamental de la experiencia, una pequeña transición mental y física que separa el caos urbano de la tranquilidad insular. El trayecto en lancha rápida desde Jumeirah dura poco más de un cuarto de hora, tiempo suficiente para que el viajero se desconecte por completo de la rutina, dejando atrás el ruido de las autopistas de doce carriles. Al adentrarse en las aguas de The World Islands, la temperatura parece bajar y la brisa marina cobra un protagonismo que rara vez se siente en el centro financiero.
Una vez el barco atraca en el muelle de bienvenida, la sensación es la de haber aterrizado en un destino remoto, muy lejos de los centros comerciales y el tráfico, aunque la costa siga estando visible. El personal recibe a los huéspedes con un ritmo pausado que invita a bajar las revoluciones inmediatamente, fomentando una atmósfera de «lujo descalzo» que recuerda más a una isla del Pacífico que a un emirato árabe. Aquí, el tiempo se mide por los cócteles al atardecer y no por las reuniones de negocios, una rareza en esta región.
PRIVACIDAD: EL NUEVO ORO DE DUBÁI
Las villas con piscina privada y acceso directo al mar se han diseñado para garantizar que los huéspedes puedan pasar días enteros sin cruzarse con nadie si así lo desean. En un mundo hiperconectado, la posibilidad de desaparecer del radar durante unos días se ha convertido en el verdadero lujo moderno, y es ahí donde este resort ha encontrado su nicho de mercado perfecto. A diferencia de los hoteles en la Palmera Jumeirah, donde la densidad es alta, en The World Islands la sensación de espacio y soledad es el activo más valioso.
Esta exclusividad ha atraído a celebridades, influencers y familias reales que buscan escapar de los paparazzi y del bullicio turístico habitual de la ciudad. La disposición de las villas y la vegetación, que ha crecido sorprendentemente bien, crean barreras naturales contra las miradas ajenas, permitiendo una libertad difícil de encontrar en otros resorts de la costa. Curiosamente, el «fracaso» inicial del proyecto, que mantuvo las islas vacías, juega ahora a su favor, garantizando que no haya vecinos ruidosos ni construcciones masivas a la vista.
EL MAPAMUNDI COBRA VIDA POCO A POCO
El éxito de este hotel ha servido de catalizador para otros proyectos cercanos, como el ambicioso «Heart of Europe», que también está acelerando sus obras para sumarse a la oferta turística. Parece que el archipiélago de The World Islands finalmente empieza a despertar de su largo letargo, sacudiéndose la fama de proyecto maldito para reclamar su lugar en el mapa del turismo mundial. Lo que una vez fue un ejemplo de la hubris financiera, hoy se estudia como un caso de resiliencia y adaptación en el sector del lujo.
Todavía quedan muchas islas por desarrollar y «países» enteros que siguen siendo solo arena, pero la percepción pública ha cambiado radicalmente gracias a la experiencia real que ofrece Anantara. Ya no se habla de islas que se hunden, sino de la posibilidad de disfrutar de un paraíso privado casi virgen, una promesa que The World Islands está cumpliendo con creces para aquellos afortunados que pueden pagarlo.

